lunes, 23 de abril de 2012

Papel del periodismo en la construcción de democracia en el caso de las mujeres desplazadas de Colombia


Ensayo realizado por los comunicadores sociales: Angélica Obando Solano, Janeth Cabrera Julio, Omar Segura Caicedo y Omaira Sandoval.

En una sociedad como la colombiana y como la de nuestros países en América Latina, vale la pena hacer el esfuerzo del análisis del papel de los medios de información, las nuevas tecnologías de la información, hoy también en manos de ciudadanos, como sus usos y sus efectos en la construcción de ciudadanía, lo cual no es más que el paso por el ámbito de la democracia.

Los continuos cambios están marcados en esta era de la información  por las tecnologías y sus usos para comunicar ó lo que muchos autores hoy llaman la e-comunicación.

Lo que fue en un tiempo espacio sólo para el ejercicio del periodismo se convirtió en accesible para todo ciudadano con la Internet, pero no se quedó en comunicación de una sola vía sino que ésta podía ser en todas las direcciones y de forma que se retroalimentaba por las características de la tecnología, al punto que personas fuera de los medios periodísticos también han estado informando.

La comunicación a la que nos referiremos es a la política en relación a la construcción de democracia y por ende la participación del ciudadano común.

En clases de periodismo se solía señalar la responsabilidad social del comunicador ante las masas y sus efectos. Las funciones sociales pasaban básicamente por informar, educar y entretener, sin embargo esos conceptos fueron modificándose con el paso del tiempo por la influencia del desarrollo de los nuevos medios y por un profundo debate continuo en el periodismo.

Se han hecho extensos análisis sobre el papel del periodismo en la sociedad y su participación en las situaciones que afectan a la mayoría de las gentes y en particular en la construcción de democracia.

Sin embargo, el periodismo está marcado no sólo por el profesionalismo o no de sus reporteros, cronistas o investigadores, sino también por los conglomerados económicos o familias que hoy son propietarios de grupos de medios y que forman monopolios con intereses económicos y/o políticos, los que en últimas definen la agenda de prioridades informativas.

Sergio M. Mahugo en el artículo titulado “Reinventar el periodismo: medios necesariamente más participativos para una sociedad más democrática” (2010) analiza en una parte del mismo lo que él llama “la crisis del periodismo”, recuerda en principio que según la Declaración Universal de los Derechos Humanos todos tienen derecho a informar y ser informado y que por ello entonces el ejercicio del periodismo pone en actividad este derecho como una delegación que le hace la sociedad de forma tacita. 

Es así que ese derecho de la sociedad o de todos y todas fue rentabilizado por las empresas de medios a través de monopolios y oligopolios que antes mantenían unas relaciones unilaterales con las audiencias antes llamadas “receptores”, pero que con la transformación de las relaciones por las nuevas TIC de igual manera obligan a adaptarse a los cambios.

“El periodista profesional está obligado a competir con el resto de ciudadanos en el ejercicio de informar, formar y entretener a otros ciudadanos, y no puede sino tratar de seguir siendo relevante y necesario para la sociedad a través de opiniones bien argumentadas y de las informaciones que sea capaz de sacar a la luz pública, es decir, a través de la credibilidad que pueda transmitir y de la reputación que sea capaz de mantener. De lo contrario, otras personas, no necesariamente periodistas, asumirán este rol; y tampoco lo harán necesariamente por dinero”.(Mahugo, 2010)

La crisis del periodismo actual no sólo está marcada por el cambio rápido en las relaciones con las audiencias o por la crisis económica mundial de la que no son ajenas las empresas de medios de comunicación, sino también por la credibilidad, como lo señala Mahugo, ello debido a las marcas de ideologías e intereses que se ponen por encima de los ciudadanos, obedeciendo más a un modelo liberal que  decide por sí mismo que es lo importante y que no y que ve a las audiencias como consumidores. Tal pareciera una semejanza al viejo modelo de relaciones de los medios y sus “receptores”.

Empero el periodismo esté en crisis no significa que la democracia también lo esté, como lo afirma el autor citado, ya que el ciudadano en esta cultura digital no requiere para comunicarse de la intermediación del periodismo, imponiendo nuevas agendas y prioridades de conocimiento e información en medio de un mundo no sólo de información, sino de relaciones e interacciones en las redes.

“El reto que tiene por delante (el periodista) no es irrisorio: en primer lugar aprender a escuchar, si se tiene algo interesante que aportar involucrarse en la conversación que ya está teniendo lugar fuera de los medios de comunicación tradicionales, fomentar desde sus propios sitios el debate y animar a la participación, contribuir a la superación de las distintas brechas digitales, ayudar a la educación de los ciudadanos en valores cívicos y por último convertirse en un referente para una comunidad de usuarios”. (Mahugo, 2010)

En el rescate del modelo de responsabilidad social han surgido nuevos conceptos como periodismo público, periodismo ciudadano, periodismo preventivo, entre otros, que no son más que la reivindicación de las bases del periodismo con un acercamiento real y a través de lo virtual con las audiencias que son consideradas ciudadanos que participan del proceso comunicativo.

En ese marco de ideas, en Colombia podemos ver a manera de caso ejemplificante el de las mujeres desplazadas por la violencia en Colombia y su reflejo situacional en los medios de comunicación.

La invisibilidad de las mujeres víctimas de desplazamiento forzado por la violencia  y razones económicas en los medios de comunicación colombianos es evidente en la agenda noticiosa, ya que por una observación se ha podido detectar que  son pocos los registros en los que ellas son fuente de información más allá de ser una voz victimizada dentro del contexto del conflicto armado de este país suramericano en el que convergen varios actores como son las guerrillas, grupos paramilitares, de delincuencia común, las llamadas bandas criminales (Bacrim) que son compuestas por ex paramilitares que supuestamente habían reinsertado a la vida civil, narcotraficantes y el mismo Estado.

La mujer en colombiana constituye una de las primeras víctima del conflicto armado interno que desde hace medio siglo se vive en este país. Realmente, el impacto que ha tenido la confrontación militar sobre la población femenina es alarmante y así ha quedado registrado en los medios de comunicación del país, lo que ha generado una enorme desintegración social para ella y sus familias.

Según el Colectivo Mujeres al Derecho (Colemad) organización no gubernamental dedicada a la defensa legal de las mujeres víctimas de la violencia en la Región Caribe, las diferentes manifestaciones del conflicto armado en el país  y los continuos actos de violación al derecho internacional humanitario por parte de los grupos armados afectan principalmente a mujeres, cuenta de esto es que de los más de 4 millones de desplazados forzados, siendo un 50.5% mujeres y el 24.3% de total de los hogares en esta situación presentan jefatura femenina.

Este panorama ha generado una grave crisis humanitaria en el país, a raíz del desplazamiento forzado, el despojo de los bienes y desarraigo de más de 4 millones de personas. El problema se extiende a 32 departamentos del país (de los 33 en total, con excepción solamente de San Andrés y Providencia). 

A lo anterior  se le suma la violencia sexual en la guerra. La encuesta de prevalencia de violencia sexual contra las mujeres en el contexto del conflicto armado realizada por la corporación Envise Colombia, en un periodo de estudio de 2001 – 2009 a más de 2 mil 600 féminas revelaba que durante estos nueve años 489.678 mujeres fueron víctimas de este tipo de violencia, lo que equivale a decir que cada hora 6 mujeres fueron víctimas de violencia sexual de todo tipo y cada 44 minutos una fue abusada.

Los resultados de la encuesta también revelan que 94.565 mujeres entre 15 y 44 años fueron víctimas de violación, de esas 31.287 fueron víctimas de violación más de tres veces; 26.353 entre la misma edad fueron embarazadas forzadamente, 27.058 fueron obligadas a abortar, 175.873 fueron acosadas sexualmente, 48.554 obligadas a hacer servicios domésticos, 326.891 fueron víctimas de regulación de la vida social y 19.422 esterilizadas a la fuerza.

Ahora bien, en la publicación titulada “Mujeres y guerra: víctimas y resistencias en el conflicto colombiano” el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación reconstruyó 64 casos de violencia sexual ejercida por 'paras' de la Costa Atlántica entre 1997 y el 2005, casos que para el Colectivo Mujeres al Derecho (Colemad), organización no gubernamental que defiende los casos de mujeres víctimas en el Caribe colombiano, tienen estrecha vinculación con el despojo de tierras constituyéndose varias vulneraciones de derechos. En seis años del proceso Justicia y Paz del Estado colombiano, apenas 747 víctimas han ido a la Fiscalía y de cerca de 30 mil desmovilizados, sólo 49 han reconocido esas prácticas criminales.

De tal manera, esposas, madres, hermanas e hijas sin duda, han sido más de una vez figura de titulares de prensa. Sin embargo, al analizar el contenido informativo, se advierte que en nuestro país, los medios de comunicación atienden  a un modelo neoliberal, en concordancia al tipo de gobierno que tenemos. Son muy pocos los medios de comunicación existentes, cuyas políticas obedezcan a un modelo de responsabilidad social y lo podemos constatar en el modelo de producción de la información organizacional en su mayoría y en algunos casos político, donde prima como fuente los testimonios gubernamentales, sobre la voz comunitaria, dándole una posición de indefensión a las víctimas, que muchas veces prefieren no aparecer por temor a las reacciones de sus victimarios.

Leymah Gbowee, la mujer de Liberia que a los 39 recibió el año pasado el Nobel de la Paz, expresó en una entrevista para el diario El Espectador “El conflicto armado en Colombia es también una guerra insensata contra la mujer”. En este mismo contexto, Amnistía Internacional señaló que “todos los grupos armados, tratan a las mujeres como trofeos de guerra”.

El panorama no es alentador. Mujeres y aún niñas han sido por medio siglo, objeto de una violencia sexual generalizada y sistemática a lo largo conflicto armado de Colombia, donde no sólo son víctimas de los grupos al margen de la ley, sino también de miembros de las fuerzas de seguridad. Más aún, las defensoras de derechos humanos y las líderes comunitarias son constantemente agredidas sexualmente en represalia por su labor o en un intento de silenciarlas.

En el caso de la mujer, la impunidad ha triunfado. Gobierno tras gobierno, le han fallado al género, cuyos compromisos de propiciar los insumos jurídicos para castigar y encerrar a los culpables se ha visto frenados por la lentitud del aparato legislativo del país. No obstante, se han logrado sólo desde hace cuatro años ciertos avances con la promulgación de la Ley 1357, que proporciona instrumentos para la lucha contra la violencia.

En nuestro entorno real, las audiencias han sido en muchos casos manipuladas, siendo mostradas como sólo víctimas indefensas, sin ahondar de manera responsable en los derechos que le asisten y de lejos se ha promovido una conciencia de respeto hacia ellas, cuando de manera responsable se deberían aprovechar los escenarios mediáticos para promover una actuación ciudadana de restitución de derechos como miembros de una sociedad civil que en su comportamiento estaría obligada a ser más solidaria, siempre y cuando la visibilización de los medios a las mujeres víctimas sea promovido con el cubrimiento justo y equitativo del tema.

Muchos debates se han abierto a nivel nacional sobre la el papel de los medios de comunicación en la visibilización de las mujeres victimizadas dentro del conflicto armado en Colombia. En la práctica, no existe una clara responsabilidad social en llevar la realidad al plano de la sociedad civil, y en cómo se podría dar voz activa a las mujeres victimizadas en los contenidos informativos más allá de la queja por su situación o el recuento estadístico sino de un análisis contextual de la situación.

Este tratamiento, dado por los más influyentes medios del país, ha sido cuestionado por las mismas audiencias, que no ven reflejada la realidad de su problemática y el eco de su voz. También, ha sido blanco de críticas de otros varios sectores del país.

Las preguntas que surgen podrían ser resueltas con analizar la responsabilidad social que tienen los medios de comunicación en llevar la realidad al plano de conocimiento general, y en cómo se podría dar voz activa a las mujeres víctimizadas en los contenidos informativos más allá de la queja por su situación o el recuento estadístico sino de un análisis contextual de la situación que ellas viven por consecuencia de una guerra de grupos armados ilegales y legales tras unos intereses que dejan de lado la convivencia pacífica, el desarrollo social y económico de una población que además por su caracterización de género suele ser mayormente afectada por la consecuente muerte de sus compañeros, padres o parejas permanentes.

Dentro de esta realidad, sin embargo   existen esfuerzos de mujeres agrupadas por su realidad que se han organizado para salir adelante y que aún no se reflejan en las noticias por tal vez considerarse de poco interés noticioso.

En la década de los 90, paralelo al proceso de aprobación de la constitución de 1991 se reconoció que los hogares con jefatura femenina estaban aumentando como resultado de la escalada de violencia en el país y que un grupo cada vez mayor de personas se veían obligadas a emigrar a zonas urbanas, sin embargo poco han dicho los medios sobre este fenómeno social que pone en jaque una parte fundamental de la democracia.

Esta información, nos lleva a analizar que los ciudadanos siempre han buscado la manera de expresarse a través de sus propios medios y hoy más que nunca les es posible a través de las nuevas tecnologías. Sin embargo el acceso a ellas no es completo para todos los grupos sociales marcado por el aspecto socio económico y de oportunidades.

Si bien los gobiernos han involucrado a sus trabajos el e- gobierno, aún éste no logra la interactividad requerida con el ciudadano.
Por su parte, el periodismo está obligado a recuperar su función social y revitalizar la responsabilidad pública de sus periodistas, como lo señala Mahuano, quien concluye que la Internet es un espacio para un periodismo más participativo y la construcción de una sociedad más democrática.

Y como pafraseaba el autor a a Wolton (2005: 10) lo esencial del periodismo no son las técnicas, los usos o los mercados sino “la capacidad de vincular herramientas cada vez más eficaces a valores democráticos”.

En este sentido, el papel que juegan los medios de información en Colombia frente a los conflictos armados está llamado a dejar la relación audiencia- consumidor a pasar ser audiencia-ciudadanía prácticamente, procurando sobrepasar  los intereses de los grupos políticos y económicos.

Uno de los medios en Colombia que se asemeja al modelo de responsabilidad social es el noticiero de televisión “Noticias Uno”. Este medio a través de su director Daniel Coronel y de su equipo de investigación han logrado reseñar parte de la realidad del desplazamiento y la forma cómo han sido estas personas despojadas de su tierra y demostrar  el poco interés del gobierno frente a este fenómeno como también la poca aceptación por parte de la opinión pública.

Hoy en día podemos ver que la mayoría de los medios de comunicación en nuestro país ya sean nacionales o regionales están manejados por los organismos oficiales que han creado una parcial información sobre los desplazados y en estos momentos de víctimas sean convertidos en victimarios porque aparte de que han sido desplazados les ha tocado  vivir en la clandestinidad y desconfianza ante la sociedad.

Es aquí donde los medios de comunicación se han olvidado de su responsabilidad de orientar a la opinión pública sobre este conflicto y la violación de los derechos humanos que está padeciendo esta població. El municipio de Soledad en este momento tiene el foco más grande de desplazados del Caribe colombiano y según el RUPD, las víctimas de este conflicto  armados el  40% son personas analfabetas.

En cuanto al avance de las tecnologías que ha tenido a nivel mundial en los últimos años, Colombia sigue rezagada en las formas electrónicas de ejercer la democracia a través de la e-consulta, e- solicitud y e-voto, aunque se inviertan millonarias partidas presupuestales que cambian de servidores y software para hacer posible la ciberdemocracia y la teledemocracia.

En Colombia podríamos afirmar que nos encontramos en la etapa aún de la e-consulta porque bien se ha avanzado en poner a disposición la información a la ciudadanía, existen algunos avances en lo concerniente a ciertos servicios automatizados de la e-solicitud para documentos oficiales pero en lo concerniente a respuestas específicas aun la brecha es grande.

 A pesar que las victimas desplazamientos forzosos no pierden sus derechos y se habla de la dignidad que tiene toda persona que ha sufrido las consecuencia del conflicto armado y de sus derechos consignados en el Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos, como en el Pacto Internacional de Derecho Económicos, Sociales y Culturales, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo de San Salvador, en Colombia los medios de comunicación,  el gobierno, autoridades y la sociedad  han estigmatizado a esta población, lo cual se refleja en las formas de participación democrática.

Para realizar una análisis sobre la teledemocracias, es necesario  conocer la penetración del internet en el país, aunque Colombia según  la Microsoft es el segundo país de Latinoamérica con más penetración de Internet, sólo alcanza el 54%, después de  Chile con 56%, un promedio cercano al europeo que tiene el 58%, pero distante al ideal de la Democracia, “entendiéndola como el poder del pueblo”, porque sería el poder del 54% del pueblo  y entendiéndola de una manera más moderna seria el poder del 54% de los que siguen partidos políticos y representantes.

Lo que se quiere plantear en este análisis es que hay una relación entre penetración interactiva  y democracia, los  que  nos lleva a identificar que lo relevante  es  la   “democratización electrónica”, lo cual es lograr  que el 100% de los ciudadanos colombianos tengan el uso de los computadores y que realmente todos los niveles de decisión puedan aportar en la construcción de un país, con una participación directa sin exclusiones.   

Sin embargo, no es sólo tener los medios digitales en manos de todos para hacer democracia, porque actualmente son pocos los usuarios de las redes  que  la utilizan con este fin,  lo que hace necesario un proyecto educativo  estratégico  que  permita el desarrollo e implementación de la  vida democrática por este medio, en lo que el periodismo juega un papel muy importante sí así lo quisiera.

Sin embargo, hoy se evidencian grandes avances en esta línea, para temporada electoral en Colombia es posible ver campañas presidenciales que cambian de rumbo por las redes sociales y políticas de gobierno que tiemblan  por las voz de los ciudadanos que se toman la Internet, lo que se puede describir como acciones de la ciberdemocracia.

Lo cierto es que  las  formas de participación  ciudadana tomaron un  nuevo rumbo, en el mundo y en nuestro país, y los partidos políticos comienzan a crear estrategias alrededor de internet para llegar al poder y buscar  convencer a la mayoría, con la dificultad de que hoy en lo digital, la mayoría de individuos quiere imponer su concepto sobre lo que ocurre en la sociedad.

La velocidad con que  la ciberdemocracia comienza a tomar fuerza en Colombia es inimaginable y su desarrollo depende que la penetración total pueda ser una realidad. En nuestro país un ejemplo interesante es el proyecto “gobierno en línea”, en el que los diferentes Ministerios y entes territoriales  le están brindando información directa a los ciudadanos, permitiéndoles no sólo hacer consultas y procedimientos que antes se realizaban de manera presencial con largas filas y tropiezos, sino que permiten evaluar y sugerir al gobierno los procedimientos y otras actividades, hay una participación directa de necesidad y opinión atreves de la red con el gobierno de turno.  Una actividad interesante pero lejos de la democracia directa digital  que se pretende.

En Colombia la penetración de la era digital, vive las mismas etapas de momentos tecnológicos del pasado, como la llegada de la televisión a Colombia en  el gobierno dictatorial del Comandante Rojas Pinilla, o del internet en un Estado Social de Derecho,  las minorías, los grupos étnicos o los habitantes de regiones distantes, son marginados de la información, del derecho a participar durante largos años hasta que se vislumbran tímidamente esfuerzos del gobierno por ganar más cobertura. Se evidencia entonces una cadena de exclusión, que comienza a romperse por la clase media  y lentamente se acerca a los bajos estratos sin lograr una verdadera penetración. Sin embargo, hoy contamos con una optimista política de desarrollo “Vive Colombia digital” que nos permitirá evaluar en dos años que tan cerca estamos de la democratización  electrónica.      

Tanto las acciones del Gobierno como las del Periodismo deberían buscar a través de diversas formas la participación de los que hoy no tienen voz.

Las nuevas tecnologías posibilitan una sociedad más libre, siempre y cuando se respete el artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos sobre el derecho de informar y ser informado, bajo la premisa de respeto por la opinión.

“Es absolutamente necesaria una enorme inversión en educación de la sociedad. Una educación que habrá de orientarse hacia cuestiones técnicas, asuntos culturales en general, pero sobre todo en valores democráticos y participativos. A corto y medio plazo, los próximos retos son salvar los distintos tipos de brechas digitales que existen en la actualidad y asegurar la neutralidad de la red para garantizar que siga siendo un espacio en el que las ideas y la cultura puedan circular libremente”. (Mahugo, 2010).

Hoy más que nunca el periodismo debe ser más ciudadano, reflejando los problemas sociales e interactuar con papel orientador con sus protagonistas. 

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